Bitacora Cultural #4: Las pesadillas de Gaspar Noe




Los que me conocen saben que una de mis fascinaciones es el terror en todas sus aristas posibles. El miedo es una emoción tan misteriosa e impredecible, que para algunas personas el miedo los paraliza, mientras que a otros los moviliza a tomar acción. Y qué mejor representación del terror mediante el arte: un cuadro, un libro o una película. 

En este sentido, ¿Qué pasa cuando tomamos una de nuestras peores pesadillas y las ponemos en la pantalla grande? Esto es lo que han tratado de hacer muchos directores del cine del terror desde tiempos ancestrales, desde los hermanos Lumiere, al giallo italiano, a Hitchcock. Cada uno abordando un cierto tipo de terror ampliando y desafiando el género cinematográfico. 

Pero en un mundo en donde todo está al alcance de tu mano pareciera difícil experimentar un terror genuino cuando el género se ha poblado de películas que desgastan los elementos clásicos del cine, como los fantasmas, monstruos o posesiones. 

¿Cómo vivimos el terror en esta nueva era? 

Ésta es una pregunta que pude responder hace algunos años atrás luego de una serie de acontecimientos desagradables, llegando a la conclusión, de que en esta era, el terror real, se vive de una sola manera: El terror se vive desde la cotidianidad; se vive desde situaciones aparentemente normales y cotidianas que se salen de control y nos llevan al borde de nuestras pesadillas. 

Es por eso que me gusta Gaspar Noe. Al igual que Ari Aster (vendrá otra bitácora cultural sólo para este genio), este director guionista argentino ha abordado por medio de sus películas el terror desde una arista social y psicológica. Las películas de Gaspar Noe han sido consideradas como provocadoras y poco digeribles a los ojos de la audiencia y varios críticos de Cine, pero es esta nueva versión de lo que podríamos considerar como neo-terror lo que fascina a espectadores que ya están aburridos de que este género se encasille en el terror clásico paranormal. 

El estilo cinematográfico de Noe gira en torno a la violencia como pilar fundamental de sus películas. Ya sea la violación de la protagonista en Irreversible (2002), relaciones tóxicas basadas en drogas y abusos como en Love (2015), o una fiesta que se convierte en una pesadilla como en Climax (2018). Historias sencillas y aparentemente cotidianas sumerge al espectador en un tópico que nos incomoda; una violencia extrema y explícita que nos invita a cuestionarnos sobre el impulso natural del ser humano hacia la destrucción de si mismo y la de otros. Pero esta violencia no solo queda en el plano físico, sino que también es llevado al plano psicológico, como se ve en Climax, donde la mezcla letal de Sangría y LSD convierten una fiesta en una batalla de sangre y frenesí, desafiando la realidad y la ficción. 

Climax es un viaje alucinógeno en donde los elementos visuales y la música destacan por sobre el guion, tanto así que durante el rodaje de la película no existía un guion como tal, sino que se les pidió a los actores que improvisaran los diálogos sólo en base a la personalidad de sus propios personajes. 

Todos hemos tenido una noche de fiesta en donde pasamos el límite de la cantidad de tragos, o mezclamos inadecuadamente sustancias. Es justamente esta cotidianidad de "la fiesta" la temática que el director abarca, invitándonos a cuestionarnos los límites de lo común. ¿Qué detiene a que una aparente discusión de un triángulo amoroso se convierta en un arrebato violento de celos, o que una pelea entre distintas personas de la fiesta termine en un baño de sangre? 

Cuando vemos películas de Gaspar Noe no sólo nos impactamos con la violencia explícita de cada una de ellas, sino que nos cuestionamos lo siguiente: el terror puede acompañarnos en lo más cotidiano del quehacer humano, hasta tal punto que una relación, una caminata nocturna, o una fiesta, pueden acabar germinando semillas de violencia en cada uno de nosotros. 

El objetivo de Noe no son sólo provocaciones, sino un impulso por naturalizar el terror desde escenas naturales y cotidianas; un terror que en un mundo dinámico y complejo pareciera ser casi inexistente, pero aparece frente a nosotros cuando menos lo esperamos, igual como en nuestras peores pesadillas. 

Para los que aún no se han atrevido a ver alguna de las películas de Gaspar Noe, les recomiendo partir con Climax y terminar con Irreversible (la más impactante creo yo). Climax es de esas películas que uno ve solo una vez y no quiere volver a ver, pero aun así es fascinante, y con una de las mejores escenas de baile que he visto. 


John Waters



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